Lo que esconde la antipara
Confieso ser un gran admirador de la monarquía inglesa y
como buen royalist he aguardado la coronación con
viva impaciencia. Sin embargo, reconozco que me ha decepcionado un tanto, pues
los dos momentos para mí más trascendentales, la unción y el coronamiento, los que dan sentido a la monarquía, quedaron bastante deslucidos.
Al parecer el anointing o unción real fue
instaurado por primera vez en el siglo XIV por Enrique IV de Inglaterra (1399-1413)[1],
aunque su práctica se sabe antiquísima y se remonta a tiempos veterotestamentarios. La unción da comienzo una vez que
el coro ha recitado el Veni Creator Spiritus y, tras una breve plegaria, entona
el Zadok the Priest, el fantástico himno que Händel compuso a partir de 1
Reyes 1:34-45 y que dice así: «Zadok the priest and Nathan the
prophet anointed Solomon king. And all the people rejoiced and said: God save the King!». Al iniciarse
el canto, el monarca es ocultado, normalmente bajo palio, aunque esta vez lo ha tapado una antipara, para recibir la
unción de manos del arzobispo de Canterbury. Ese momento, justo ese, es para mí
el más importante, el que da pleno sentido a la monarquía inglesa. Debo reconocer que me resultó
imposible no recordar en ese instante la lección que la reina María da a su
nieta en The Crown, «Monarchy
is a calling from God». Y es que no debemos olvidar que, al margen de la
cuestión de la suprema gobernación de la Iglesia de Inglaterra, el rey, en este caso,
abandona por unos instantes el mundo secular para adentrarse en el sancta
sanctorum, poniéndose a merced de la voluntad de Dios, a quien debe rendir cuentas al
final de sus días. Tal vez podamos comparar la unción con la consagración
ortodoxa, momento de la liturgia en el que el iconostasio se cierra y el clero
permanece oculto ante el público.
El otro instante que a mi parecer quedó deslucido también fue el coronamiento. En la entronización de Isabel II, hace ya 70 años, todos los nobles, los llamados peer, acudieron a Westminster enfundados en capas de armiño, tiaras y coronas por doquier. Todo ello ha desaparecido esta vez, signo de otro tiempo que no volverá, pero que en una ocasión tan especial como esta se echa de menos. Tradicionalmente en esta ceremonia los peer se ceñían su coronet a la cabeza justo después de que el arzobispo aclamara al rey o a la reina al imponerle la corona de San Eduardo. La nobleza británica ha sido reemplazada por la sociedad civil y la Iglesia de Inglaterra ha compartido el protagonismo junto a otras confesiones, entre ellas, la católica. La cuestión ecuménica, maravillosamente resuelta, ha sido comentada entre los círculos católicos twitteros con cierta sorpresa. No es para menos. El Reino Unido ha hecho esfuerzos gigantescos para dialogar entre confesiones y culturas que setenta años atrás nadie habría juntado en tal solemne ocasión.
God Save The King!
[1]
Arana, Ixone. (5 mayo 2023). El momento más secreto y crucial de la coronación
de Carlos III: la unción con aceite de receta ancestral ahora apto para vega
nos. El País. Recuperado de: https://elpais.com/gente/2023-05-05/la-uncion-con-un-aceite-de-receta-ancestral-ahora-apto-para-veganos-el-momento-mas-secreto-y-crucial-de-la-coronacion-de-carlos-iii.html
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